Prehistoria y Edad Antigua

El poblamiento de la comarca de Los Alcores es muy antiguo. Existen yacimientos prehistóricos que demuestran la ocupación continuada de la zona desde el Paleolítico Final. Más tarde, en el Neolítico, se establecieron pequeños poblados para explotar la riqueza agrícola de la vega. También se han encontrado abundantes restos del inicio de la Edad de los Metales como grandes tumbas megalíticas y restos cerámicos de vasos campaniformes.

Los principales restos arqueológicos señalan la importancia de la comarca en la Edad del Bronce, localizándose asentamientos de cabañas aprovechando las fuentes naturales que manan en las laderas de los Alcores. El Tesoro de Mairena encontrado por el vecino Andrés Morales atestigua la presencia de Tartessos durante el I milenio. La influencia de los pueblos colonizadores fenicios y griegos se demuestra en el desarrollo de la agricultura y el comercio de los metales, la decoración cerámica y los restos funerarios.

A partir del s. VI a.C., la civilización ibérica consigue desarrollar la explotación agraria de la vega y comerciante con griegos y cartagineses. La escultura del Sileno es una buena muestra del contacto con los pueblos orientales. Este busto del dios del vino, de influencia griega, se encontró en e lyacimiento de las Peñuelas.

En época romana se establecen persas «villae», cortijos y edificaciones rurales que explotaban las fértiles tierras de la vega, de los que quedan numerosos restos. Durante la época visigoda y musulmana muchas de estas “villae” continuaron activas.

Edad Media

En época musulmana se establece sobre el alcor una torre vigía, que pudo formar parte del cinturón de vigilancia, defensa o comunicación en Los Alcores. Posiblemente la actual población proceda de esta época. El nombre de Mairena es también de ascendencia árabe, pues deriva de Maharana, que significa agua de la fuente. Las tierras de Mairena cayeron bajo el poder castellano del rey Fernando III en la campaña de 1246, y la torre y la aldea de Luchena fueron donadas a la orden de Calatrava por su participación en el cerco a Sevilla.

En 1.342, el rey Alfonso XI entrega las tierras de Mairena como señorío a la Casa de Arcos, a la que perteneció hasta la extinción de los señoríos en 1836. Alrededor del castillo, cuya parte central se construye a mediados del s. XIV, se va concentrando la población en una pequeña aldea. En 1.441 el rey Juan II concede el derecho a celebrar la feria de Mairena al señor de Arcos. Hacia 1.470, Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, amplía el castillo de Mairena construyendo las murallas exteriores, el foso y las bocas de fuego. De esta época procede el Arco, que fue una puerta de cierre de la población que se extendía sobre un alcor, a espaldas del castillo.

La villa se consolida durante la Baja Edad Media como enclave rural del cinturón de abastecimiento de Sevilla, orientando su economía al trabajo de campo y la producción de trigo, aceite y productos hortofrutícolas para abastecer a la capital. En el s. XV Mairena pudo alcanzar los 500 habitantes, que se ubicarían entre las actuales calles Real y Ancha. El núcleo central de la Iglesia parroquial, la ermita de San Sebastián y la Casa Palacio, todos de estilo mudéjar, proceden de esta etapa.

Edad Moderna

En el Renacimiento, la villa experimenta un importante crecimiento a causa del descubrimiento de América y el auge de Sevilla, alcanzando los 1400 habitantes a finales del s. XVI. Se potencia la producción de aceite y cereal, y se desarrolla la ganadería hasta hacerse famosos los caballos de Mairena.

La crisis del s. XVII afecta a Mairena hasta reducirse su población a 1000 habitantes con las primeras epidemias del siglo. Poco a poco se va recuperando la población hasta conseguir los 2700 habitantes a finales del s. XVIII, gracias al desarrollo de la agricultura, la construcción de 4 molinos harineros en 1.780, la ampliación de la feria y la mejora del comercio en la comarca, que facilita la salida de los productos.

Edad Contemporánea

El ejército francés ocupa Mairena en la Guerra de la Independencia, estableciendo en enero de 1.810 un cuartel de abastecimiento para las tropas. Durante el s. XIX la villa crece debido al aumento de la natalidad. La Casa de Osuna consigue una gran autonomía, después de haber asumido los títulos de la Casa de Arcos en 1.780.

La iglesia de Mairena pierde sus propiedades y rentas durante el proceso de desamortización de 1.836. Varias hermandades pierden sus tierras y desaparecen, y el duque de Osuna pasa a ser propietario de los mayores cortijos de la villa tras el fallo del Juzgado de Alcalá. En la segunda mitad del s. XIX el cultivo de la naranja se expande por las huertas del Alcor, que se exporta con grandes beneficios. El tren llega mejorando las comunicaciones y facilitando la exportación de los productos maireneros.

A finales del s. XIX el arqueólogo inglés Jorge Bonsor excava en los Alcores, compra el castillo en 1.902 y lo reedifica como residencia particular. Allí instala la colección arqueológica que obtiene de sus excavaciones.

En el primer tercio del s. XX se moderniza Mairena con la construcción de edificios públicos como colegios y cementerios, el empedrado de calles, la modernización del ayuntamiento y la construcción de la primera fábrica de procesado industrial. En los años 60 y 70 se desarrolla el municipio hasta integrarse en el cinturón periurbano de Sevilla. El campo se moderniza con la introducción de tractores y maquinaria. La antigua feria de ganado se convierte en fiesta y los primeros universitarios maireneros empiezan a destacar en sus sectores profesionales.

Hoy día, los maireneros apuestan por un creciente sector terciario muy persificado: comercio, hostelería, restauración, transporte de mercancías, industria de transformación de la madera y el metal, etc.